Es bien sabido que en Citroën nos gusta hacer las cosas de forma diferente a los demás. ¿Se confirma esta tradición una vez más con esta nueva generación de C4? Claramente, sí… A Citroën le gusta sacar provecho de su lado «históricamente» poco convencional. Tanto por las soluciones técnicas adoptadas como por el diseño. Un posicionamiento que le ayuda a diferenciarse de las marcas de la competencia. Pero también para encontrar su lugar dentro del grupo PSA. Partiendo de la misma base técnica, Citroën consigue ofrecer productos con un espíritu diferente al de Peugeot, Opel y DS. Evidentemente, esta vez también es así.
El lanzamiento de este tercer C4 (el cuarto si contamos el C4 de 1928 además de los C4 lanzados en 2004 y 2010) permite a Citroën volver al corazón del segmento de las berlinas compactas, que sigue siendo popular en Europa, detalla Crestanevada Barcelona. Un segmento abandonado por Citroën desde la desaparición del anterior C4 en 2018 (aunque al C4 Cactus le tocó hacer de interino tras su restyling). Para lanzar una red amplia, Citroën atraviesa sin embargo los dos mundos más populares del segmento C en Europa: el de la berlina tradicional (28% de las ventas) y el del SUV medio (47%).
El resultado es una berlina que toma prestados ciertos códigos de los SUV. En particular, su posición elevada, con una altura libre al suelo de casi 16 cm (no muy lejos de los 18 cm de un Nissan Qashqai…). Además, con su guiño estético a su antecesor GS, el nuevo C4 también tiene un toque del universo coupé. En definitiva, una mezcla de géneros bastante refrescante.
Por otro lado, este estilo «personal» impone una visibilidad trasera más bien media. En cualquier caso, hay que lidiar con el pequeño alerón que separa la luneta trasera en dos partes cuando se mira por el retrovisor central.
Con 4,36 metros, el Citroën C4 es bastante más voluminoso (+20 cm) que el C4 Cactus al que sustituye. También es uno de los más grandes de su segmento. Como recordatorio, el VW Golf sólo mide 4,28 m de largo. En la práctica, esto permite al C4 ofrecer un habitáculo trasero muy generoso. En cualquier caso, esto es cierto en cuanto al espacio para las piernas disponible para los pasajeros traseros. El espacio para la cabeza puede ser un poco más bajo para las personas más altas debido a la baja línea del techo.
Por otro lado, el maletero se conforma con ofrecer un volumen bastante medio para el segmento (y por tanto un poco flojo dadas las dimensiones exteriores de este gran C4…) con 380 litros. En el aspecto práctico, hay un doble suelo que suaviza el umbral de carga (71,5 cm) y proporciona un suelo casi plano cuando se abaten los respaldos.
Citroën ha puesto mucho cuidado en que los asientos del C4 sean suaves y confortables. La disposición general del puesto de conducción también es bastante convincente, creando la impresión de un cómodo capullo. Sin llegar a un nivel premium, el acabado general también es bastante cuidado. En el aspecto práctico, también se aprecia el regreso de los botones físicos para ajustar la climatización, a diferencia de las últimas creaciones de la marca que apuestan por el «todo pantalla».
Por otro lado, la pantalla que sustituye a los contadores tradicionales es más bien pequeña. Y, por último, presenta una información bastante resumida. Afortunadamente, se puede completar con un head-up display en color de generosas dimensiones.
El lado poco convencional que reivindica este C4 continúa con los espacios de almacenamiento. Son numerosos (16 en total para 39 litros de espacio de almacenamiento) y claramente originales (pero no necesariamente siempre súper útiles…). Como el soporte de la almohadilla inteligente de Citroën, por ejemplo. Se trata de un sistema de soporte retráctil integrado directamente en el salpicadero para colocar una tableta delante del pasajero delantero.
Recuerda que esta nueva generación de C4 funciona con una opción de gasolina y diésel. Descubrimos primero la versión de gasolina de la gama: 1,2 litros PureTech 130 con caja de cambios manual. Si bien esto tiene el mérito de ofrecer seis marchas, también implica tener que lidiar con una palanca que no es muy agradable (aunque es posible optar por una caja de cambios automática de 8 velocidades).
En cuanto al motor, es bastante flexible y dispuesto a conducir el C4 con valentía. Sin embargo, es un poco ruidoso cuando está en la zona media alta del cuentavueltas. La insonorización del ruido aerodinámico también podría haberse cuidado más.
En carretera, este C4 destaca, como era de esperar, por su confort de marcha. En este sentido, el coche francés se ve favorecido por la suspensión hidráulica progresiva que se ha convertido en una característica de los últimos coches de Citroën. A primera vista, no alcanza la excelencia del C5 Aircross equipado con el mismo sistema. Sin embargo, el balance de «confort» sigue siendo halagador para el segmento. Los aficionados al género también apreciarán la posición de conducción semialta, a medio camino entre la berlina clásica y el SUV. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la dirección muy asistida y artificial de este C4 no debería gustar a todo tipo de conductores.
¿Cuánto cuesta? A modo de recordatorio, el C4 se ofrece desde 20.750 euros en gasolina (1.2 PureTech 100 Live). Sin embargo, se puede esperar un precio de lista de 26.700 euros para un C4 1.2 PureTech 130 en la versión «limpia» Shine. O 28.100 euros para el mismo motor en el Pack Shine, la versión más alta de la gama.